sábado, 12 de marzo de 2011

Encender la mecha de la curiosidad.

Con este título en la entrada pretendo señalar el objetivo de la educación actual en general, inculcar las ganas de aprender. Y una vez se desea aprender (y se aprende a aprender) el conocimiento está al alcance de la mano. Meteré un poco más de presión hacia la educación artística en concreto porque es un camino útil para logarlo.
Asociación de ideas, simbolismo, metáforas e ironía visual parecen un buen comienzo para que los alumnos desarrollen el pensamiento crítico, continuando la idea de que el objeto artístico está hecho para ser comprendido más que contemplado. Sin intención de aislar la educación artística en esta función, su uso transversal fomentaría que el conocimiento al que deben llegar no sea una suma de paquetes independientes de asignaturas y comprendan todo de manera cohesionada.
La propuesta de enseñar mediante un guión creado por alumnos y profesor facilitaría también la tarea. Partiendo de la colmatación de conocimientos existentes y del interés que pueda suscitar un contenido, es necesario que el alumno entienda su entorno más cercano, porque se aproxima a sus inquietudes, necesidades y problemas…y así cambiar su mundo particular. O como indicaba Barbosa: “…provocar el derrocamiento de las estructuras injustas de la sociedad y la promoción de la diversidad social y cultural”. Esto es no limitarse a los contenidos y puntos de vista que ofrecen los libros de texto y grandes medios. Construir una personalidad propia y crítica. Para ello queda el trabajo de eliminar el concepto de artista como tipo pedante, elitista y alejado de la realidad, esa imagen que los medios se encargan de mantener.

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