La educación artística comienza a reflexionarse en la antigua Grecia, donde se contemplaban dos funciones básicas como utilidad y belleza. En la Edad Media, de manera menos filosófica, se presentaba como un oficio manual y realizado en el taller de un reconocido profesional. Se centraba en el conocimiento de materiales y técnicas con el objetivo de aprender la perfecta ejecución y alejado de toda innovación.
Ya con la entrada en escena del Renacimiento, el italiano Vasari promoverá academias de dibujo que reunirá a futuros pintores, escultores o arquitectos. El dibujo será el fundamento de las bellas artes mediante la copia de láminas geométricas, de dibujos del rostro y cuerpo humano, bajorrelieves o estatuas y dibujo al natural de composiciones de varias figuras. También incluía estudios teóricos de perspectiva, anatomía y proporción que serían la semilla de la historia del arte y estética. Este sistema sería ampliamente difundido por la academia de París por Europa y América desde el siglo XVII.
La incursión de la educación obligatoria de dibujo en los nuevos sistemas educativos del siglo XIX provocará la dificultad de enseñar contenidos artísticos al total de la población. Pero ante el avance de la industrialización se hace necesaria la capacidad de dibujar en pro del desarrollo tecnológico y la fabricación industrial. La descripción artística y técnica se impone para la correcta descripción de formas que luego serán materializadas. Pestalozzi elaborará alrededor de 1803 los primeros manuales y cartillas escolares de dibujo en torno a la palabra, el número y el dibujo. Se trataban de ejercicios repetitivos y monótonos con la intención de obtener exactitud en el trazo como base para el dibujo y la perfecta percepción visual. Froebel, entre 1835-50, introduciría sus “regalos y ocupaciones” que consistían en objetos de distintas formas y colores que secuenciados iban elevando la complejidad de su geometría.
A principios del siglo XX las consideraciones sobre el dibujo infantil toman un rumbo distinto al empezar a interpretarse como una manifestación genuina y propia. Esto sucede gracias a las nuevas teorías educativas, investigaciones en psicología evolutiva y las innovaciones surgidas a través de las vanguardias en pintura como expresionismo, cubismo y abstracción. De forma paralela se pretende romper artísticamente con los viejos axiomas y academicismos vigentes desde el renacimiento para buscar las raíces del arte. Se busca en otras culturas situadas fuera del entorno euroamericano y menos contaminadas de estos antiguos preceptos. Cizec concibió el arte infantil como otro tipo de producción pictórica que escapaba de tradiciones culturales y promovió una escuela de arte infantil. Finalmente, la Escuela de artes y oficios de Viena incorporó en 1904 esta modalidad donde los niños darían clases de dibujo para desarrollar libre y espontáneamente sus creaciones. Poco a poco se publicaban estudios psico-educativos que defendían la motivación y estimulación de los modos característicos de dibujar de los niños.
En la segunda mitad del siglo XX nacerá la “autoexpresión creativa” de la mano de Read y Lowenfeld en continuación de las tendencias de Cizec. Estos marcaban que el objetivo era el desarrollo personal del alumno potenciando su sensibilidad, capacidades creativas y comunicativas en su forma única de ver el mundo. El dibujo libre y espontáneo sería el camino, facilitado por un clima estimulante y de confianza. Se marca el respeto a las innovaciones visuales de cada persona como una primera perspectiva actitudinal de la educación. Lowenfeld matizaba que se debe promover la capacidad de buscar y descubrir las respuestas propias de cada alumno, en vez de esperar las indicaciones del maestro.
Paralelamente a las actividades de Lowenfeld, en 1954 la UNESCO funda la Sociedad Internacional de la Educación a través del Arte (INSEA). Más tarde aprobará unas recomendaciones para educación artística en primaria y secundaria argumentando que además del desarrollo de una profesión, las artes fomentarían una utilización inteligente del tiempo libre y apreciación de la belleza del entorno vital. También se considera favorable en el desarrollo de la personalidad, conocimiento profundo de la realidad y fomentar la educación visual que preserve la sensibilidad de la vulgaridad y de la fealdad. Como recomendaciones básicas, se defiende su docencia como asignatura independiente y la estimulación para que el alumno encuentre su propia forma de expresión.
La reflexión sobre los medios de comunicación de masas contextualizarán las próximas ideas de educación artística. Por la gran evolución de éstas, Arnheim afirmará que “ver es pensar” y las obras visuales son un modo de conocimiento, al constituirse como un lenguaje. Su concepción era que cualquier tipo de imagen no era únicamente una expresión de emociones y sentimientos, si no una forma de pensamiento. La eficacia comunicativa y poder persuasivo de determinadas imágenes y códigos visuales que se habían generado en torno a la publicidad en los medios también condicionará la educación artística. Algo tan cotidiano al ser humano debía contemplarse en el curriculum escolar al ganar importancia la semiótica.
Eisner dará el siguiente paso al avanzar sobre el concepto de autoexpresión creativa al entender la educación artística como la construcción de conocimientos especializados de cada cultura y el entorno en que se genera el arte. La Educación Artística Basada en la Disciplina se desarrollará en el Centro Getty en torno a estos preceptos. Se estructurará en cuatro disciplinas: estética, crítica de arte, historia del arte y variadas modalidades artísticas. Con ello se pretende dar capacidad para obtener respuestas innovadoras desde el dominio de las convenciones artísticas. Se le acusa de desatender contextos cotidianos y disciplinas emergentes: ecología, feminismo, multiculturalismo, etc.
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